Estos son Felipe, Timoteo y Lucho: el gris (Felipe) y Lucho (el amarillo) son los míos "oficiales"
Timoteo (el negro) es el vecino de la planta baja.
Son inseparables...
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Fueron elegidos junto con otros 144 pequeños tiranos de la casa, en un suplemento dedicado al Día del Animal (por la foto y por una pequeña anécdota referida a sus vidas). En el diario la tuve que sintetizar en 100 letras...
Aquí puedo amplificarla más.
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Fue así: Felipe (el gris y el más joven de los tres), se fugó al patio de abajo, con toda la intención de seguir su aventura por los techos colindantes, desde donde los gatos de nuestro edificio suelen perderse definitivamente, al saltar a un baldío del otro lado de la manzana y desorientarse. Felipe nunca había andado por ahí, y toda su intención era subir a un árbol y desde allí, tirarse al baldío "peligroso".
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Fue así: Felipe (el gris y el más joven de los tres), se fugó al patio de abajo, con toda la intención de seguir su aventura por los techos colindantes, desde donde los gatos de nuestro edificio suelen perderse definitivamente, al saltar a un baldío del otro lado de la manzana y desorientarse. Felipe nunca había andado por ahí, y toda su intención era subir a un árbol y desde allí, tirarse al baldío "peligroso".
Yo lo observada sin poder hacer nada, desde mi balcón del primer piso ...
En ese momento Timoteo ( el negro, el mayor de los tres) saltó pese a su sobrepeso, en búsqueda del pequeño aventurero. Conste que está bastante entrado en kilos y sus costumbres son ya lentas y cansinas. De hecho, es un gato "vecino" que suele visitarnos, y que tiene vía libre para subir y bajar.
Timoteo se "pegó" al fugitivo, simuló jugar con él en el jardín, cuando jamás le había interesado compartir de esta manera los juegos con Felipe. Lo fue escoltando hasta que logró que volviera a trepar a la medianera, y de allí se introdujera otra vez en el balcón, para mi alivio.
Alivio sólo momentáneo... ¡porque apenas quise agarrarlo y clausurar la salida... el terco Felipe volvió a saltar hacia abajo, para continuar con sus correrías! Todo esto ocurría a las 2 de la madrugada, o sea, sin posibilidad de acudir a nadie más para el rescate...
Lucho, el anaranjado, observaba todo con suma atención desde arriba. Es el más doméstico y semi-humano de los tres. No les quitaba los ojos de encima, quieto como una esfinge ... como si estuviera enviándoles una meditación gatuna especial, para que la operación rescate pudiera llegar a feliz término.
Timoteo insistió, repitió toda la operación por segunda vez en el jardín de abajo, simuló retozar (pese a sus kilos de más y a su edad ya no tan "juvenil") hasta que el joven aventurero finalmente volvió a introducirse en mi balcón, temblando por la emoción de su audaz aventura.
Lucho los recogió a los dos y empezó a lavarlos, como para que les bajara la adrenalina ... Durante semanas, durmieron abrazados, tal como se los ve en la foto...
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