viernes, 21 de octubre de 2011

LA ARGENTINA ES FEMENINA POR DÓNDE SE LA MIRE (parte 5 de 7)


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PARTE 5


I) EL ADORMECIMIENTO DE LA FUERZA FEMENINA (1989-2001)

J) UN DESPERTAR CON SOBRESALTOS (2001-2003)
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I) LOS NOVENTA
¿Es posible sobrevivir -material y emocionalmente- a dos  hiper-inflaciones? Cada país sale a su estilo, Alemania de entreguerras por ejemplo, salió de su hiperinflación con la "fórmula" del nazismo, otros países (Hungría de segunda posguerra, Israel luego de su guerra de origen) lo hicieron a su propia manera...


¿Y nosotros cómo lo hicimos? Con nuestra fórmula favorita, o sea negando, simulando que "ya pasó... no fue nada". Brindando con champagne.

EL RETORNO A LA DEMOCRACIA
La primavera alfonsinista resultó entre 1983-88 -en lo político- un refrescante recordatorio vital, luego de la etapa atroz de las botas y los campos de tortura. Significó un despertar  de primavera, casi inesperado si bien muy buscado, merecido por cierto y lleno a su vez de responsabilidades. 

Pero no iba a ser fácil reconstruir tanta tierra arrasada, no sólo porque la feliz Argentum había entregado sangre de inocentes y la rondaban los fantasmas de los desaparecidos. También porque el símbolo que le daba su nombre específico desde el siglo XVII -su mítica riqueza-  había sido torpemente reconvertida, como había ocurrido en casi todo el planeta  luego de la crisis del petróleo de la década de los 70. 


La hiperinflación argentina de 1989, con su coletazo de 1990, fue un aumento de precios desmedido en los productos, lo que derivó en la renuncia de Alfonsín y en una transición adelantada de la presidencia de Menem. 


La hiperinflación devoró salarios, originó revueltas y saqueos y abrió un surco nuevo en el inconsciente colectivo nacional. Puso fin a la confianza ilimitada en esta tierra de promisión donde "con una cosecha lo arreglamos". El facilitado camino de ascenso social se vería de allí en más entorpecido, para esta franja de población de altas aspiraciones y casi nula solidaridad social. O sea, para nuestra  xenófoba y egoísta clase media.

CANCIÓN DE CUNA
El menemismo fue entonces un aliviante aggiornamiento para los mitos de la negación colectiva, acorde con los valores que signaron el mundo durante los chatos y cholulos años 90. En la televisión predominaba la estética pasatista de las sitcom -¿quién no rió y se descolgó un poco de la realidad con "Friends" o con "Seinfeld"?- mientras entre nosotros se instalaba la acriollada y menemista fórmula "pizza y champagne".

Esta fue asimismo la etapa del adormecimiento de "lo femenino" (en el sentido que le seguimos dando aquí, o sea, la cualidad presente tanto en la estructura de las mujeres como en el ánima de los varones). De lo femenino entendido como fuerza y garra, como sensibilidad y valentía a la vez. Lo femenino (de mujeres y varones) quedó reclinado en uno de sus aspectos más sombríos: la molicie, el conformismo, el encierro en la estética de la frivolidad. La revista "Caras", el nacimiento de los shows de Tinelli, el resurgimiento de la señora de los almuerzos. Una feliz clase media adormecida en una fórmula que nadie quería revisar: "el peso vale lo mismo que el dólar ¿viste qué suerte?".

"Sana, sana... colita de rana" es una dulce caricia materna con la que desde milenios las madres intentan calmar, no sólo el miedo de sus crías sino su propio pavura interior, quizá por no atreverse, como género, a pintar de nuevo el planeta con lo que responsablemente nunca debieron (debimos) delegar: el Poder de lo Femenino originado en lo interno pero a su vez destinado con valentía al "afuera", como instinto resacralizador de las relaciones humanas, sanador de las heridas de la Madre Primordial.

Pero no. "Sana, sana mi niño...aquí no está pasando nada..." cantó en ese momento de la historia argentina su principal protagonista, con la venda sobre los ojos -la que ya le habían colocado a partir de 1976 y que aún no se había quitado. Simulaba no ver lo indudable, como tantas mujeres en sus propios hogares lamentablemente aún siguen haciendo.

Y la dulce canción de cuna creció con más estrofas.
Algunas ya habían sido instaladas durante el régimen militar -"Déme dos"... "Los argentinos somos derechos y humanos"... "Algo habrán hecho"- y ahora se le sumaban estrofas nuevas: "Qué bueno... el peso vale lo mismo que el dólar"... "Vamos a Miami a comprar lindas cositas para nuestra casita" ... "¿Te gusta este mundo mi niño, tan lleno de juguetes divertidos?"...

J) UN DESPERTAR CON SOBRESALTOS (2001)
Pero ninguna fase histórica dura para siempre. 
El ruido del "afuera" empieza a despertar a esa madre aniñada y a su niño entontecido. Aunque ella al principio insiste..."Nosotros no entendemos nada de economía, no escuches esas cosas difíciles mi tesoro, que vos sos chiquito y yo soy mujer, entonces no entendemos nada de todo este barullo"... 

¿"Consenso de Washington, propuestas neo-liberales? Ay qué complicado mis niños, sigamos mejor aquí jugando con las barbies o los autitos, comprando linda ropita, no escuchemos que igual no se entiende nada... Total la platita que trae el papi se reproduce sola en el banco, nos dijeron que por "las tasas"...¿qué será eso?¿Quizá como las de limoges que compramos en el último viaje? No importa, no pensemos en estas cosas difíciles y aburridas... sana, sana... colita de rana".

Pero se acercaba el fin del siglo y del milenio -quizá de la Era también- y el ruido fue demasiado fuerte. Despertó a la madre y al niño de ese adormecimiento cómodo, de esa molicie, de esa burbuja de auto-completitud, o sea, de la peor parte de lo femenino oscuro. Y estalló la casita de los Ingalls. Con tanta fuerza que casi, casi... no se escuchó otro estallido fenomenal ocurrido en el centro mismo del imperio del mundo, en setiembre de 2011. Aquí estábamos demasiado concentrados en el tobogán descendente de "la crisis que se venía".

2001-2003... ¿QUÉ PASÓ... ENTONCES ERA TODO MENTIRA?
Y así  salimos de nuevo "como furias".
"¡Que se vayan todos! ¡Devuélvanme lo mío, no es cierto que era un sueño, no es cierto que estábamos dormidos... que se vayan todos!"
Era el capítulo siguiente y previsible de la repetida obra. Como lo dicta la profesión de los guionistas, nada más efectivo que luego de la calma chicha y de la disolución...¡irrumpa de nuevo el coro griego pero ahora con gritos y lamentos! "Quiero mi platita, quiero mis tazas de limoges, que se vayan toooooodoooooooosssss!!!!!!".


"¿Fondo Monetario Internacional, deuda externa? ¿qué es eso? No ... nunca escuché nada...  Era parte de los ruidos molestos, por algo cerré las ventanas... ¡y ahora me las hicieron estallar! De nuevo a la intemperie, otra vez abandonada y sola con la cría en el frío inhóspito del "afuera"... (aquí el coro griego irrumpe con los lamentos extremos del guión).

Y lo femenino (de mujeres y varones) antes negador, refugiado en interiores de ficticia capacidad protectiva, irrumpe ahora como:
- Tierra arrasada (deuda impagable)
- Hijos que emigran hacia otras partes del planeta
- Jefes y caciques menores que intentan poner "orden" y no lo logran.
- Haciendo alianza con ellos y extremadamente enojadas, discípulas de Palas Atenea y de Artemisa en su versión más dura. 
- Noche oscura del Alma Colectiva.
- Caos, confusión, extrañas elecciones más llenas de incógnitas que de propuestas.





Hasta que llega el año 2003. Y aunque (casi) nadie se dio cuenta del todo en ese momento... un nuevo paradigma venía irrumpiendo.







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