lunes, 4 de mayo de 2015

LUNA LLENA EN ESCORPIO, DEL MES DE TAURO

FESTIVAL DE WESAK
LUNA LLENA EN ESCORPIO a 13:23 GRADOS.

Lunes 4 de mayo 2015, a las 0:43 hs  en Buenos Aires (3:43 GMT)
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La luz penetrante del Sendero


En términos esotéricos, nos dice Torkom Saraydarian –citando al maestro tibetano Dwhal Khul- que la luz que brilla desde la constelación de Tauro es “el transmisor de la luz cósmica”. De hecho, vivimos nuestra existencia como un sendero que parte inevitablemente de nuestra conciencia... ¿hasta dónde llegará este sendero? Una manera de decirlo (o de intuirlo) es que se extienda hasta alcanzar dimensiones planetarias, solares o cósmicas.

Sea como fuere, este sendero es más corto de lo que podemos pensar. Está entre una persona y su Yo verdadero. Y sólo se le revelerá al hombre cuando éste se convierta en el sendero mismo.

Puede haber muchas perspectivas, pero hay un solo sendero, lo que quiere decir una sola dirección. En estos términos, implica que hay una vida vivida para trabajar el “plan cósmico” y no para el logro de los modestos planes personales. Implica que una vida es la expresión misma de la “finalidad” cósmica y a través de esto se comprende por qué su destino es ser subsumida por la “causa” de todas las formas vivas (incluyendo la propia).

Todos los demás senderos conducen a un punto muerto, al sufrimiento y al dolor. La comprensión del sendero verdadero aparece en la conciencia de una persona después que ésta ha perdido mucho de su tiempo y su energía sumida en sus intereses personales. Recién entonces puede llegar a comprender que el sendero sólo lo encontrará cuando “se pierda” por el bien de todos, además del suyo propio. O sea que el sendero real se extiende entre “el Yo perdido y hallado”.


La energía de Tauro: de la irradiación a la acumulación (de la energía a la masa)
Cuando miramos desde nuestra habitual -y distorsionada- perspectiva, en general suponemos que la explosión ariana tenía posibilidades de seguir un camino lineal a partir de su irrupción. Sin embargo, la fase taurina revela una necesidad básica de la energía: la de lentificarse y acumularse a sí misma. Dicho de otra manera: si la Vida siguiera siempre en “el modo Aries” iríamos de explosión en explosión pero ese estado de velocidad, luminosidad y calor continuamente crecientes impediría cualquier proceso porque lo irradiado, apenas manifestado, se disiparía sin dejar huellas.

Tauro es entonces la fase donde -para que un proceso dure y persista una vez iniciado- la energía necesita adoptar una “actitud” fundamental: dejar de manifestarse libremente para empezar a autoacrecentarse, a hacer acopio, a tener reservas de sí misma.



Por necesidad, entonces -porque de otra manera el proceso no tendría continuidad- la energía se pone en este paso muy lenta, revelando un mínimo de despilfarro y un máximo de contracción. Para facilitar este registro podríamos decir provisoriamente que el pasaje desde el estado de energía pura al de masa está contenido en el momento mismo de la manifestación. O sea que el momento inicial de explosión de la energía –Aries- conlleva una inercia implícita, que necesitará manifestarse más adelante. Dicho de otra manera, la inercia sólo se percibirá cuando la energía haya devenido en masa. En esta fase, la masa “porta” la energía ariana acumulada en estado potencial, lo que nos dice que la polaridad activa de Aries y la receptiva de Tauro están mutuamente implicadas.

Este signo expresa, por lo tanto, el momento en el cual la materia “oscura” revela la energía latente en su interior. Es la fase que nos habla de la materia como fantástico depósito de energía, el símbolo de la Tierra en la expresión máxima de su fuerza. No debe sorprender que el 22 de abril -día posterior al arranque de Tauro en el Zodíaco- haya sido elegido desde hace unos años como el “Día de la Tierra”. Esto es propiamente Tauro: la expresión arquetípica de lavida pura que está allí para ser gastada, aunque ella misma no se gaste nunca.

En los términos de la física contemporánea –y en analogía con lo zodiacal- Tauro es equivalente al principio de la masa y de la resistencia. Es energía potencial así como Aries es energía cinética. Por ello, en los puntos máximos del dibujo del signo aparecen elpeso, la inercia, la concreción, la lentitud, el crecimiento. Tauro es la lentificación necesaria para que aparezca la materia como potencialidad, como materia prima. Recién en otras fases del Zodíaco esta materia resultará elaborada y se presentarán las formas, con su enorme variación. Pero para que advengan estas fases se requiere un enorme depósito de materia, de energía quieta, que permita la aparición de procesos estables.

Entre energía y masa, por lo menos desde el punto de vista einsteniano, hay una intrínseca relación que depende de una constante: la velocidad de la luz. Esta regula la oscilación entre dos estados extremos: todo radiación o todo masa, todo explosión en un máximo de luz; o pura masa inerte incapaz de emitir luz alguna. La física nos ha familiarizado con el hecho de que toda energía, en especial la radiante –luz, calor, ondas hertzianas- posee masa. Por eso la masa aparece en la teoría de la relatividad como la inercia de una cantidad de energía, esto es, lo que la energía acumula a partir de sí misma cuando su velocidad disminuye. Dicho con extrema simplificación pero gráficamente, la energía rápida sería la radiación y la energía lenta sería la materia.



La “luz”, entonces, ha quedado adentro, en el interior de esa masa “oscura” que comienza a extenderse y a cobrar volumen pero que no llega a ahogar el estallido del origen. Luz y masa, energía y materia, se realimentan, se equilibran, se necesitan mutuamente. Son dos aspectos de lo mismo. La energía de radiación (Aries) necesita lentificarse para conservarse a sí misma. La acumulación de energía o masa que esto produce (Tauro) genera a su vez la atracción gravitatoria que frena el proceso de expansión ilimitada iniciado en el “Big Bang” ariano. Vemos entonces en juego, en estos dos pasos iniciales del Zodíaco, los dos grandes vectores de fuerza que constituyen la expansión y la contracción del universo.

El segundo trabajo de Hércules: 
el deseo en Tauro (“La captura del Toro de Creta”)
La energía de Tauro es la energía del deseo en procura de la manifestación. Esotéricamente se dice que en Tauro se abre “el ojo del Toro”, que equivale al tercer ojo espiritual. En el ser humano, históricamente, la energía del deseo fue lo que se convirtió en materia y luego en agresividad, para acrecentarla a expensas de los demás.



En “Los Trabajos de Hércules”, a éste se le encomienda rescatar un toro sagrado que un rey había capturado e intentado sacrificar para sí. Al toro lo llevaron a una isla y Hércules, cruzando el agua, fue hacia ella y tras muchas dificultades liberó al toro. Montado en éste, cruzó el océano y lo trajo de vuelta a sus dueños, que eran tres cíclopes (personajes míticos de un solo ojo).

Simbólicamente, el toro es el alma humana, entendida como “la Chispa divina que cayó en la materia” de los cuerpos físico, emocional y mental (que forman una unidad).
En el “sendero de la evolución”, esa triple personalidad domina al alma como un rey tiránico, la usa como esclava y a veces hasta la sacrifica en pos de sus intereses separativos.

Hércules simboliza el “Angel Solar”, cruzando el mar de la materia y llegando a la isla que aprisiona al toro, para liberarlo y traerlo de retorno.

Los tres cíclopes simbolizan lo que los esotéricos denominan “los tres átomos permanentes de la Tríada Espiritual” formada por “la luz de la mente superior, la intuición y el poder volitivo átmico”. El primer cíclope se llama Arges (la actividad) que es la función de la “sustancia mental superior”. El segundo es Stéropes, cuyo nombre significa “relámpago” y se refiere a la intuición. El tercero se llama Brontes, que significa trueno, poder o “deseo volitivo”. De esta manera el toro del deseo (el alma humana) se transforma en el toro de la aspiración y la dirección.



En cada “chispa humana” la voluntad de “ser” y la voluntad de “vivir”, están en existencia. Existe el deseo de entrar en la materia y el de salir de ella y “entrar en la libertad”. Se dice (esotéricamente hablando) que “los Angeles Solares se encontraron con los hombres en el momento en el que se alcanzó el punto más bajo de la identificación con la materia y las ‘chispas humanas’ estuvieron dispuestas para volver sus rostros hacia el Ojo de Toro, la Mónada”.

En el drama alegórico de Hércules, podemos ver fácilmente que éste era el rey que quería sacrificar al toro. Pero que a su vez él mismo era el toro que aguardaba la liberación, y también era el héroe que salvaba al toro. Estas son las tres fases del mismo individuo simbolizado en la alegoría.


La liberación del despertar (del hechizo y la ilusión)
En la tradicional festividad de Wesak, en las alturas del Himalaya, dedicada a la meditación de la segunda lunación del zodíaco, la del mes de Tauro, se dice que el alma humana crea un puente entre la humanidad y la divinidad. De esta manera se arroja luz en el sendero de los hombres, especialmente durante el momento exacto de la Luna Llena de Tauro. Por eso, se dice que esta festividad es de la “liberación del despertar”, de la transfiguración y del “viaje hacia el hogar”. En el momento exacto de la Luna Llena, durante un corto momento, un conocimiento del “sendero” atraviesa instantáneamente el alma de la humanidad y ésta recibe una sacudida.
La festividad de Wesak es un trabajo de construcción de puentes entre la humanidad y la divinidad, y la meditación en esos momentos crea un equilibrio entre nuestro yo interior y el “Yo superior”, porque armoniza e integra la naturaleza física, emocional y mental.


En esta oportunidad se comprende que el alma humana puede funcionar sin la deformación de “maya”, de los hechizos e ilusiones. Se puede tocar un punto de estable equilibrio. Sin la luz, el amor y el poder de la “Tríada espiritual”, la personalidad se convierte en un instrumento musical fuera de tono, desafinado física, emocional y mentalmente.
La meditación evita la abstracción malsana dentro del “país de las fantasías” armado por nuestros pensamientos.


Zodíaco Mayor y Menor, Pléyades y Osa Mayor...
En los textos llamados esotéricamente de “La Sabiduría Antigua”, se dice que el espacio está poblado por grandes vidas que cíclicamente se tienden las manos unas a otras, transfiriendo energía desde las “fuentes superiores” hacia sus “hermanos menores” del espacio.
Nuestra Tierra es una entidad viva. Nuestro Sistema Solar es una entidad viva. El Zodíaco, en conjunto, es un grupo de grandes vidas que, un siglo tras otro, prestan gran servicio a una entidad que es el Zodíaco Mayor, como un loto de mil pétalos dentro del cual nuestro Zodíaco conocido es como un loto de doce pétalos.

Durante la Festividad de Wesak o Luna Llena de Tauro, se establece una relación única entre la Tierra, el Sistema Solar, el Zodíaco menor (el que nosotros conocemos y usamos) y el Zodíaco Mayor (el de las estrellas). Por eso, Tauro vincula al Zodíaco menor con el mayor, cuyos representantes son respectivamente la Osa Mayor y las Pléyades.


Siempre tenemos en los días cercanos a la lunación de Tauro una configuración única de planetas y galaxias (un triángulo formado por la Osa Mayor, las Pléyades y Tauro) pero hay oportunidades en que esta transmisión energética es mayor y más potente.

De acuerdo a la teoría esotérica de los Rayos, con estas energías tenemos presentes en esta época la vibración del séptimo rayo, la de Acuario y la de la estrella Sirio.


Tauro en la psicología humana: 
la naturaleza de la voluntad
Esta época, por lo tanto, siempre fue considerada la más potente del año, porque en ella se ofrece la posibilidad de la “iniciación”. Luego, en la lunación del mes de Géminis, esta energía así acumulada en el alma de cada ser humano, se libera en todos los niveles de la humanidad posibilitando la creación de relaciones humanas integradas y sintonizadas con la totalidad.
El maestro Tibetano dice que “el secreto íntegro de la finalidad y el plan cósmicos está oculto en el signo de Tauro”. También nos recuerda que “hasta que la humanidad no haya captado la naturaleza de la voluntad, no se captará el significado verdadero de la influencia taurina”.

Al parecer, desde siempre la “influencia” taurina produjo en las naciones y los grupos -por un lado- una obstinación o voluntad de poder, característica de naturalezas poco maduras. Pero al mismo tiempo siempre facilitó una estimulación para servir al “plan cósmico”. O sea que Tauro puede tanto forjar los instrumentos para la vida constructiva como para la destrucción. Puede forjar las cadenas que atan o crear la llave que abre el misterio de la vida. Recordemos que uno de los regentes esotéricos de Tauro es Vulcano, entidad “planetaria” virtual, y es a quien le compete “la forja” de los procesos temporales.

También nos recuerda el Tibetano que Tauro es un signo sintético, en el sentido de que aporta expresión del impulso interior de alguna naturaleza definida sobre el plano físico. Esto lo hace porque su cualidad básica se expresa como deseo, en los hombres en general, y a veces se manifiesta incluso como porfiada adhesión a los fines de la personalidad. Pero también se expresa como voluntad o propósito dirigido y activado por el impulso del amor, en aquellos seres humanos que han comenzado un trabajo interior comprometido, y en los que ya se connota una adhesión a “la finalidad del alma” de lo humano.

Por todo esto, el efecto anual de la energía de Wesak es siempre fortísimo en las personas que están bastante (o muy) comprometidas con el trabajo de reunificación “adentro-afuera”.


Venus rige exotéricamente a Tauro: por eso esta energía también puede juntar hombre con hombre, grupos con grupos, y naciones con naciones. Y si bien la energía taurina puede crear conflicto entre materia y espíritu, a su tiempo permite revelar las causas del mismo y entonces lleva la armonía venusina a un plano más sintético.

Wesak es, en definitiva, el “nuevo día” en el almanaque espiritual.


La “iluminación” o expansión de la conciencia (o el conocimiento en el nivel causal)
En estos días de lunación taurina, todos los que trabajan en pro de la unidad de la humanidad, y quienes realmente se empeñan más allá de sus satisfacciones físicas para alcanzar y tocar este campo de energía, pueden grabar en su interior visiones, ideas y metas relativas a lo que damos en llamar “la Nueva Era”.

Una de estas ideas tiene que ver con la importancia de la meditación. Cada vez más, se hace vívido que los días de luna nueva y luna llena son días especiales dentro del mes, excepcionales para dedicarlos a una finalidad más amplia que las preocupaciones cotidianas. Dentro del año, las tres lunaciones iniciales del zodíaco también figuran en este calendario de excepción, y dentro de estas tres, la de Tauro o Wesak brilla de manera especial.

La conciencia en expansión es como el agua de un río, que se va abriendo paso desde los arroyos y afluentes hasta el cauce principal y de éste hasta la desembocadura en el océano. A medida que vamos abriendo dentro nuestro niveles cada vez más sintéticos, nos ponemos en contacto creciente con otros modos conscientes más vastos, que incluyen lo humano particular y lo integran en una unidad consciente aún mayor. Ese gran proceso unificador abre ante nuestros ojos el esplendor oceánico de nuestro Ser. Pero es obvio que si estamos enfocados en el nivel emocional, la expansión será vivida de manera diferente de cuando estamos enfocados en el nivel intuitivo.

El registro, la asimilación y la irradiación de estas energías dependen del estado de los centros de nuestro cuerpo etérico. Pero a medida que avanza el proceso de registro y asimilación de energías, construimos nuevas relaciones con los mundos físico, emocional y mental, y estas relaciones expanden nuestra conciencia. Si en estas tres primeras lunaciones del año efectuamos la preparación necesaria, expandiremos realmente nuestra conciencia (y tocaremos, aunque sea muy tenuemente, ese estado que los textos esotéricos denominan “iluminación”) porque veremos las cosas más claramente y en mejor relación, en estos tres niveles del esfuerzo humano.

De esta manera no sólo se expandirá nuestra conciencia sino también nuestro conocimiento, pero entendido como la experiencia directa del conocer, algo así como franquearnos al brillo del sol y de unificarnos con él, despertando a la vida real, a las auténticas funciones de la Gran Vida. El conocimiento del que se habla, en este sentido, no necesita del análisis, la comparación, la inducción o la deducción. Se trata de un conocimiento que habita el “mundo de las causas”, y por lo tanto no resulta afectado por el “mundo de los efectos”. Desde ese “plano causal” es posible ver lo que está ocurriendo en el plano de los efectos, pero sin ser afectados por éstos.

Cuando nuestro conocimiento se expande cada vez más, podemos percibir algo así como una “voluntad” o propósito, detrás de las causas. Y podemos ver también los efectos directos o deformados de estas causas. Cuando tomamos conocimiento de las energías, de la continuidad de la vida, de los estados como la alegría, la paz, el amor y la belleza, vemos que estaban allí todo el tiempo, pero que ahora despertamos y tomamos conocimiento de su existencia. Tomamos conocimiento del hecho de que pertenecen a nuestra “naturaleza mayor”, y que por lo tanto también integran nuestra propia naturaleza individual. Así, el conocimiento conduce a la realización.

Durante la Luna Llena de Wesak tenemos una gran oportunidad para limpiar los impulsos oscuros y ciegos dentro de nuestro cuerpo etérico, los hechizos o emociones negativas y las represiones de nuestro cuerpo astral-emocional y las ilusiones y enlodados pensamientos de nuestras mentes. Podemos así plantarnos en la luz de nuestro conocimiento espiritual.


En la época de la Luna Llena de Tauro se abre una ventana a través de la cual el hombre llega a un nivel altísimo de realización debido a una gran revelación que nace de su conocimiento. Si logra la alineación y la integración necesarias por un momento, el infinito se le franquea y le habla. Siente por un momento que él ES y que el cosmos ES. Que es parte del cosmos, que es uno con el cosmos. Entonces, desaparecen toda su desesperación y toda su separatividad, que son las causas de su aflicción.

Los pasos que conducen a este conocimiento
La ayuda del “Guía interior”
El ser humano puede salir de su estado consciente mental anterior y por primera vez sentir una síntesis tremenda, una tremenda sensación de unidad, una tremenda claridad de visión. Esta es una señal de que está entrando en el conocimiento del plano intuitivo (llamado “búddhico”) y la persona siente la poderosa energía de la expansión de conciencia. En el esoterismo, se dice que la luz del Ojo del Toro es la fuente del plano intuitivo o búddhico.
El amor es razón pura, “iluminación” y puro entendimiento. En realidad, la palabra “buddhi” significa entendimiento en el nivel causal y por eso al Buda se lo denomina el Señor de la Compasión y del entendimiento, o “el iluminado”.
La ayuda de la meditación y de la disciplina cotidiana
Si una persona se dedicó profundamente a purificarse, puede empezar a tocar un plano del conocimiento que se da en llamar “nirvánico o átmico” que, según el budismo, sería la meta de cada ser humano en este ciclo de evolución. Este es el plano de la compasión, de la paz y la serenidad profundas, de la “armonía divina”.

Obrar bien (disciplinar la lengua, el cuerpo, las emociones y la mente) o sea, “limpiar el karma”
Esto es algo equivalente a “pagar las deudas” para no quedar debiendo nada en los anteriores niveles. Recién entonces se concede la entrada al “plano monádico” donde se recibe la “sacudida divina” y el ser humano se entera de que es un “Yo-uno con el Cosmos”. Obviamente, son muy pocas las personas que llegan hasta este paso.

Se dice que en esta etapa todo lo que la persona abrigó durante siglos, todo aquello en lo que pasó su tiempo, energía y vida, desaparece, y entonces encuentra la libertad. Esta energía de desapego se atribuye a la estrella Sirio. En este momento, la persona es un Maestro.

Cómo participar de Wesak
No hace falta participar del ritual vivo en el Himalaya sino, por el contrario, advertir que los acontecimientos tienen siempre lugar en varios planos de la existencia. La festividad de Wesak es un gran trabajo de construcción de una línea de comunicación entre materia y espíritu o (según la mirada esotérica) entre los siete planos de la existencia.
Sí es un prerrequisito, para aprovechar la energía de este momento, practicar la continuidad de la conciencia. Esta se logra cuando el hombre puede construir el puente que conecta la brecha psicológica entre la mente separativa y la mente sintética. La mejor manera de construir esos puentes es a través de la meditación esotérica.
Los tres días previos a la lunación deberían ser de “vida depurada” y de contacto con la transformación. El mismo día de Wesak debería haber una orientación hacia la belleza, la bondad y la verdad, porque éste es el día mismo del contacto. A medida que las grandes energías del momento penetran en nuestro sistema, provocan algún grado de transfiguración, luego de lo cual podremos tomar grandes decisiones sobre cómo cambiar nuestra vida. Durante los tres días posteriores es necesario “bendecir a los demás”, irradiar amor y compasión a todos los seres vivos, a toda la humanidad, aceptándola como una gran fraternidad.

La estrella Sirio y la Libertad
Todo lo que sigue está expresado en términos esotéricos: se habla de esta estrella, Sirio, como de una “Gran Vida” relacionada estrechamente con nuestro sistema solar, con nuestro Logos solar y con nuestro pequeño planeta. La energía de esta Gran Vida, a la manera de un Gran Imán, penetra en nuestro sistema, en cada átomo, célula, forma... y va liberando progresivamente la “chispa” latente en ellos.

En la línea de esta tradición esotérica, se dice que esta liberación progresiva es la causa de la radioactividad, de la sensibilidad, del deseo, de la aspiración, de la decisión, del “plan”, de la finalidad del cosmos, de la buena voluntad y de la voluntad en pro del bien.

La energía de esta Gran Vida (del Gran Imán) se llama en nuestro idioma “el principio de la libertad”, o sea, la energía misma de la libertad. Citando de nuevo literalmente estas alegorías, se dice que Sirio “ese gran sol... es para nuestro Logos solar lo que la Mónada es para el hombre espiritual”. Esto significa esotéricamente que nuestro Logos Solar aspira, a través de toda su creación y de todos sus reinos, a la fuente misma de la Libertad y que ésta es la nota clave de nuestro sistema solar y la respuesta a todos nuestros problemas. Sólo florecemos si trabajamos conscientemente a favor de la libertad y la ganamos a través de la autodisciplina, venciendo al pequeño yo e introduciéndolo en la transfiguración.

La creación es un gran drama de contracción y expansión, de materialización y de espiritualización. El gran proceso de expansión desarrolla y libera al espíritu en la materia, en la forma, y crea todos los reinos, todas las relaciones, toda la belleza y la armonía, y revela la síntesis. La energía motivadora, el Impulso y el ímpetu de este gran movimiento hacia la espiritualización y la unidad, es energía de libertad.

La libertad está o yace debajo o detrás de todo progreso. Podemos percibir el significado de la libertad si observamos a un árbol o a una flor que florecen, o a un pájaro que rompe el cascarón... o en los ojos de un niño cuando da sus primeros pasos y pronuncia su primera palabra.

Podemos ver el accionar de este principio de la Libertad en la vida de las personas que están iniciando su trabajo de auto-indagación profunda, en el momento en que procuran liberarse de sus hechizos, celos, odios y miedos, de la esclavitud de su vida física y emocional, y empezar a vivir una vida de desarrollo progresivo.

Podemos verla también en los que ya hicieron un poco más de camino, procurando liberarse de sus arcaicas ilusiones y entrar en una vida de luz y de amor, de alegría. Intentando desarrollar una comprensión universal y un sentido de unidad, procurando ser libres con un sentido de responsabilidad.


¿Cuáles son las “iniciaciones” de las que hablan todas las religiones, todas las escuelas esotéricas? 
No son más que los grandes pasos dados en el sendero hacia una Libertad cada vez mayor. En este sendero, la "chispa” del átomo se libera progresivamente, como lo dice este hermoso recordatorio esotérico antiguo:

Se irradia en la materia,
florece en la flor,
siente en el animal,
desea en el hombre,
aspira en el hombre avanzado,
ama y planifica en los discípulos,
se sacrifica en los Maestros,
llega a su hogar, destino y propósito,
y se convierte en su Yo Real.


Podemos ver el recorrido de esta libertad en las vidas de los (auténticos) “grandes hombres y mujeres”. Asimismo, podemos verla en la vida de cada nación según cómo esta nación pretende ser, cómo quiere individualizarse y ser independiente.

Gradualmente, esta energía de libertad rompe las arcaicas pautas de separatividad y agresividad, y lleva a que el hombre piense y se viva en términos de una sola humanidad, de un solo mundo. En el mundo esto también ocurre porque (pese al dolor terrible de la guerra y la violencia, y proporcional a él) crece el sentimiento colectivo de que hay un solo camino para terminar con este dolor y éste es la unidad de las naciones.


La alegría como celebración de la Libertad
Hubo una alegría humana general cuando se traspasó por primera vez el antes intraspasable círculo de la Tierra, y el hombre puso su pie en la Luna, dándonos un nuevo sentido de la proporción en el sistema solar. ¡Cuánto mayor será la alegría cuando se rompa el cascarón de nuestro sistema solar y el ser humano se interne en el cosmos, y equivalentemente en la conciencia de su alma, de su espíritu, de su esencia “de estrellas”!

Todas estas son posibilidades ciertas, porque el hombre es, en su verdadera naturaleza, “espacio comprimido”. La liberación de ese espacio tiene lugar muy rápidamente debido a la nueva luz, poder y amor que están ingresando al sistema.

La alegría es el sentimiento, la conciencia y el conocimiento de que estamos en el proceso de llegar a ser libres, y esta libertad se vive con un sentido de responsabilidad y de unidad. O sea, no se vive para cada uno en particular, sino para la totalidad. Y esto significa sacrificio.

La alegría es el conocimiento de esta expansión en crecimiento permanente. La alegría es la sustancia por la que el cántaro se construyó en nosotros a través del trabajo y de las lágrimas, de los pesares y del sacrificio. La humanidad logró construir ese cuenco, ese cántaro, a través de las manos de sus hijos más acabados y liberados. Es el Cántaro que se llena con la energía de Acuario y la alegría desciende en él a través de las bendiciones del Buda.

Si podemos destruir y barrer las seculares acumulaciones de nuestras supersticiones, prejuicios, hechizos e ilusiones, y la pesada nube de nuestra ignorancia, orgullo, codicia y vanidades, de esta manera liberaremos a la chispa que está prisionera en nosotros. Y a su tiempo, abriremos la gran visión en nuestros ojos que son esencialmente... ¡soles en permanente crecimiento cuyos rayos darán un día vida a un planeta, a un sistema solar!

Por eso, existe la alegría del infinito en el Valle de Wesak 
durante la Luna Llena de Tauro...
Fuentes:
“Sinfonía del Zodíaco”, de Torkom Saraydarian., Bs.As., Kier, 1986
“Los Trabajos de Hércules”, de Alice Bailey, Madrid, Luis Cárcamo ed.,1983A
"Astrología Esotérica (Tratado sobre los Siete Rayos- Tomo III) de Alice Bailey, Buenos Aires, Ed. Lucis, 1995.
"Introducción a la Astrología Esotérica", Seminario de Eugenio Carutti, Buenos Aires, Casa XI, 2001.
"Astrología y Mandala: el Zodíaco como pulso e impregnación”, Seminario de Olga Weyne, Bs.As., Red LunaVenus, 2007.
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(*) Olga Weyne, Reflexiones escritas para el ciclo de "Meditaciones de Luna Llena" de la Red LunaVenus – 2007/2008.
Este texto y otros similares, fueron escritos a partir del año 2001 y sirvieron como material interno de los grupos de la red; en este caso específico también como apoyo para los asistentes a las meditaciones.

Hay copyright de todo este material.
Sus contenidos están a disposición de quien desee usarlos -citándolos como fuentes o notas- para aporte o refuerzo de sus propias reflexiones.
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OW- Buenos Aires (CABA) 4 de mayo 2015.